viernes, 1 de abril de 2011

La infancia desgraciada de Poe (1)


David, su padre, expulsado de casa, quiso ser actor sin tener talento para ello. Acaso con la esperanza de conquistar el arte por contagio y contacto, se casó con una pequeña actriz, enfermiza, hija de no se sabe quién, viuda de un tal Hopkins, cómico. La pareja reside tres años en Boston y no consigue hacer fortuna. La pobre actriz se ve obligada a representar todos los papeles posibles, pero sin triunfos ni ganancias; en 1808, un periódico de Boston confía en la caridad de sus lectores para que acudan en socorro de su protegida. En medio de esas miserias y tristezas, nace, el 19 de enero de 1809, Edgar. Parten, en busca de mejor suerte, hacia Richmond. El padre, descorazonado, se ha entregado a la bebida y enferma de consunción; la madre, delicadísima, después de haber dado a luz una niña, -su tercer hijo-, contrae una pulmonía. Las buenas almas intentan reunir un poco de dinero para la pareja moribunda, e improvisan dos representaciones de beneficencia.

"Cuando los caritativos visitantes -narra William Gill- se presentaron para llevar algún socorro, encontraron, en una miserable vivienda, a los dos actores, tendidos sobre un techo de paja, gravísimos. En casa no había nada qué comer, ningún dinero, ningún carbón; los vestidos estaban empeñados o vendidos; dos niños estaban al cuidado de una vieja galesa que había venido de Inglaterra con la señora Poe y pasaba por su madre. Los niños se encontraban medio desnudos, medio muertos de hambre, demacrados." Uno de estos dos niños era Edgar.
Pero los auxilios llegaron un poco tarde. En diciembre de 1811 moría la madre y, pocos días después, también David, el padre. Para colmo de desventuras, el teatro de Richmond se quemó la noche de Navidad; los actores tuvieron que dispersarse, dejando abandonados a los tres huérfanos. El mayor, William, fue enviado a casa de su abuelo, el general Poe; Edgar fue recogido, por caridad, por una señora de Richmond, esposa de un rico comerciante, la señora Allan. (Para librarse de los parientes, el hermano mayor, después de un viaje azaroso por Grecia y Rusia, donde fue arrestado, murió a los veintiséis años; la hermana, Rosalía, era una niña retrasada, que durante toda su vida fue medio idiota y murió, impotente, en un hospicio).

GIOVANNI PAPINI, Retratos, Caralt, Barcelona, 1976, págs. 166-167

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