lunes, 27 de septiembre de 2010

Faulkner & Hollywood

Fabulador, metiroso, huraño, taciturno, esquivo, borde... Cuando ya era un autor de éxito una revista le ofreció 5.000 dólares para que relatara su vida, y él les contraofertó la misma cifra para que le dejaran en paz..
Fue de todo: pescador, fogonero, pintor de brocha gorda y, durante gran parte de su vida, prisionero en su pueblo, allá en el sur. En Powan Oak, una casa de terrateniente acomodado y algo hortera con columnas, escalinatas y balcones de visillos blancos, como una tarta de boda de tres pisos. Pasaba el tiempo cazando, montando a caballo y contemplando las tormentas: cúmulos, nimbos, estratos... Un campesino gruñón y malhumorado que odiaba las visitas, las charlas sociales, las interrupciones, y que cuando el presidente Kennedy le invitó a la Casa Blanca dijo, gruñendo, que era demasiado viejo para viajar tan lejos sólo para cenar con un extraño.
Luego está la leyenda; esa parte de alcohol, y de noches oscuras y botellas de whisky. Una vez, borracho como una cuba, se quedó dormido, o inconsciente, sobre un radiador, y sufrió graves quemaduras. Bebía de tal manera que en Hollywood, cuando trabajó de guionista, firmó una cláusula en la que se comprometía a mantenerse sobrio. Allí -traje de tweed, corbata y pipa-, tuvo que oír un día cómo Humphrey Bogart le decía mirándole a los ojos con desgana: "¿Tengo de verdad que decir todo esto?".

Fuente:  44 escritores de la literatura universal, de JESÚS MARCHAMALO / DAMIÁN FLORES, Siruela.

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